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Una Nueva Leyenda - parte 1

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Zer0767's avatar
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Cuenta la leyenda de un legendario guerrero cuya técnica del kung fu era material de leyenda, viajaba en busca de contrincantes dignos…pero no siempre fue así. Mucho antes que aquel guerrero sí quiera supiera sobre su “gransiosidad”, existía una pequeña tigre que fue abandonada en un orfanato. Desde esa edad presentaba un temperamento muy fuerte, por lo que fue ganándose el temor de todos los demás niños, inclusive de aquellos que la tenían bajo su cuidado. Los días pasaban y la pequeña tigresa se sentía cada vez más rechazada; los niños le jugaban bromas muy pesadas, la molestaban inclusive por su manera de vestir diciéndole que parecía un chico. A pesar de lo rudo que era con ellos, por las noches y bajó un gran y viejo cobertor lloraba hasta que se quedaba dormida, nadie la buscaba por temor a que les hiciera algo.

Había especialmente un niño muy malvado, su nombre era Qīfù, un pequeño conejo delgado y de orejas puntiagudas, le encantaba arrojar leche a las patas de la pequeña tigresa y decirle -“Lame, que para eso eres un gato”- seguido de una risa malvada. Esto le hacía enfurecer al grado de destrozar todo en el comedor y fuese  castigada; otra cosa más que le hacía molestarse era cuando le jalaba los bigotes, Qīfù la sorprendía por detrás y los jalaba con tal fuerza que la hacía estrellarse en un intento de quitárselo de encima. No había día en que la pequeña tigresa no fuese castigada.

Un día la pequeña tigresa se mantenía serena bajo la sombra de un durazno, era un caluroso día de verano por lo que la frescura se podía sentir en su máximo esplendor, pero todo fue interrumpido cuando Qīfù apareció
-¡Oh tigresa, que bueno que te encuentro! Los adultos te están buscando, ahora sí estás metida en un buen lio- se burlaba con una sonrisa de oreja a oreja
-¡No me pueden castigar, no he hecho nada malo!-
-Eso díselo a ellos- le sacó la lengua en un intento de hacerla enojar
-¡TIGRESA!- una voz resonó en el lugar
-¡Ahora si estás en problemas!- le pateó una pata y salió corriendo
-Que habrá hecho esta vez ese niño tonto- dijo con gran enojo mientras se ponía de pie y se dirigía al orfanato

Cuando abrió las puertas del comedor pudo observar muchos garabatos pintados en cada una de las paredes, lo que aparentemente la delataba era uno donde se dibujaba al director con dientes afilados y un letrero en el que se leía “Soy un gran bobo” seguido por el nombre “Tigresa”
-¡Me puedes explicar que es esto!- gritaba el director con su cara roja por el enojo
-¡Yo no lo hice! ¡Debió de haber sido Qīfù!- intentaba defenderse con una voz firme
-¿Por qué Tigresa me está culpando?- decía Qīfù con sus ojos llorosos –Yo no he hecho nada- comenzó a llorar
-¡Claro que sí! ¡Siempre me haces muchas maldades y me culpan de todo cuando la culpa es tuya!- arremetía
-¡Ya estoy harto de esta conducta!- gritó el director muy fuerte -¡Sal de aquí ahora!- le señaló la puerta
-Pero…pero…-
-¡Nada de peros! Ya estoy muy cansado de todo esto, debo pensar que hacer contigo- Qīfù se mofaba de ella a espaldas del director, la pequeña tigresa salió del lugar enfadada

Cuando cerró la puerta comenzó a llorar por el mismo enojo que le producía que la culparan por algo que no había hecho
-¿Por qué lloras pequeña?- le habló una voz algo chillona, un aroma llegó a su nariz
-Por nada- se volteó para evitar que la continuara viendo quienquiera que fuera
-Bueno, no hay nada mejor que un plato de fideos para calmar el espíritu ¿Te gustaría probar alguno?-
-No quiero, gracias-
-Oh, ya veo, bueno, si quieres un poco estaré por aquí- escuchaba como se alejaba aquel extraño, limpiaba las lágrimas que salían de sus ojos, pero su enojo era tal que no podía contenerlas
-No creo que debas estar llorando, toma- alguien le ofrecía algo pero por las mismas lágrimas no pudo ver de quien se trataba, solamente veía una silueta regordeta
-Ya dije que no quiero- contestó más molesta
-Sé que te gustaran- el estómago de la pequeña tigresa retumbo –Y creo que tienes hambre-
-¡Ya vete!-
-Muy bien- dijo aquel extraño ser, aunque su voz parecía la de un niño –Sólo dejaré esto en el piso. Adiós- se despidió amablemente de ella pero no contestó

El estómago de la pequeña tigresa volvió a rugir, con una mueca de desagrado miró el plato de fideos que se encontraba en el suelo, observó para todos lados esperando que nadie la viera, una vez que se aseguró que no había personas cerca, ni siquiera aquel extraño, levantó el plato y se fue hasta aquel cuarto donde acostumbraba llorar, tal como lo hacía, se metió bajo la gran manta y comenzó a comer. Una vez que terminó, dejó caer el plato al suelo, estaba satisfecha -¡Son los mejores fideos que he probado en toda mi vida!- decía con mucha alegría mientras se sobaba su estómago regordete. Por un momento fue feliz, pero aquello no duraría por mucho tiempo.

Al finalizar la cena la pequeña tigresa esperaba que Qīfù le hiciera alguna maldad, por lo que se había precavido de tener una manzana en una de sus garras tan pronto viera que se le acercara, mientras los demás daban las gracias pudo sentir que alguien se le acercaba por la espalda, rápidamente sacó la manzana y la lanzó directamente a la cabeza, cuál fue su sorpresa que no se trataba de Qīfù, sino del rector
-¡Ya, no toleraré nuevamente esta actitud!- la tomó de una de sus orejas y la llevó hasta aquel cuarto –De ahora en adelante aquí dormirás, tendrás tus comidas aquí para que no causes ningún desastre. No puedo creer que tengas esas actitudes después de todo lo que hemos hecho por ti- salió del cuarto y lo cerró tan fuerte como le fue posible. La pequeña tigresa comenzó a llorar, aún más fuerte que antes, sabía que había sido un error, no quería causar problemas, pero esta vez sí fue su culpa.

La pequeña tigresa tomo la manta y se cubrió con ella, miró el tazón que por la tarde había dejado en el suelo y lo tomó entre sus garras, poco a poco se iba a llenando de sus lágrimas. Cuando estaba suficientemente lleno se calmó solo un poco, miraba su reflejo, un reflejo muy triste -¿Por qué me tiene que pasar todo esto? ¡Es tu culpa!- aventó el tazón, el cual se resquebrajó de una esquina –No quiero estar sola-

Se acurrucó entre la gran manta llorando, los sollozos no salían del cuarto, nadie sabía lo que le ocurría. Como en las ocasiones anteriores el sueño le ganó.

-¿Y luego que ocurrió? ¿Qué le pasó a la pequeña tigresa?-
-Esa será historia para otro día, ya es muy tarde, tienes que dormir y descansar-
-¡Pero quiero saber qué fue lo que ocurrió después, mamá!-
-Mañana seguiremos con la historia ¿Te parece bien? Por ahora debo de ir a ver a tu padre, ya debe estar comiendo, otra vez-
-¡Jeje! Bueno, hasta mañana mami-
-Hasta mañana, Luna-
Saludos a todos. Komo ya lo habia komentado, aki esta la primer parte de este nuevo fik. Haganme saber ke es lo ke les ha parecido. Se ke he modifikado algunas kosas kon respekto a esto, pero es para ir armando una nueva historia. Espero les sea de su agrado. Esta historia es eskrita komo un agradecimiento a un gran amigo y hermano...
Comments26
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LuckyHama's avatar
Me gusto mucho
Enserio me entristesi mucho con lo de la tigresa, muchos nos identificanos con su situacion
Me recordo kun fu panda lol
Bueno esta muy bien, como siempre tiene una forma increible de contar la historiay que sea entendible
Bueno creo que es todo, me gustaría leer la continuación si no mucha molestia
Tambien me intriga saber quienes son la mamá y el hijo de final